Comentario
El arte religioso de la época transmite muy bien la identidad y la solidez de criterios de la Iglesia ortodoxa. Se generalizan los dos tipos de templo, el de planta de cruz griega y cúpula central y el de planta basilical con cúpula, menos abundante, y se fijan los programas iconográficos que, en mosaico o en fresco, sirven para decorar el templo y mostrar a los iletrados (oligogrammatoi) la verdad del reino de Dios y la doctrina eclesiástica para acceder a él y rendir el culto debido: en la entrada o nartex, la vida de la Virgen María, mediadora universal; el relato de las principales festividades de la liturgia se distribuye por los muros del templo mientras que los símbolos eucarísticos y la imagen de la Virgen con el Niño Jesús se reservan para el ábside, y la premonición del fin de los tiempos, enlace con el más allá, a la cúpula, donde se figura a Cristo como pantocrator. Bastantes facetas de la religiosidad tradicional se entienden mejor conociendo la iconografía bizantina de aquellos siglos puesto que su influjo y difusión fueron importantísimos, no sólo para el mundo ortodoxo sino también, en más de un aspecto, para el latino occidental.